El último concierto (de Yaron Zilberman)

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Uno de los mayores méritos del delicioso debut en la ficción de Yaron Zilberman es cómo en él encajan fantásticamente desglose de personajes y un minucioso tratamiento de la música, ambos aspectos cuidados a partes prácticamente iguales. Algo que da como resultado que (aún conociendo a los actores que participan en la película) uno salga de la sala teniendo la indudable certeza de que todos los personajes son músicos de alto nivel, al mismo tiempo que seres humanos de carácter tan sutil como bien definido. Y de esta (bellísima) experiencia nace la hermosa sensación de terminar el largometraje con un extraño anonadamiento, algo que uno no acaba de saber si identificar con la dulce empatía que surge hacia los personajes o con la hipnosis que provoca una buena selección de piezas musicales excelentemente interpretadas. Lo que sin duda sí está claro es que ambos aspectos (música y personajes) logran un encaje excepcional que acaba siendo el verdadero motor de la película.

El carácter de los protagonistas de El último concierto se despliega con tal naturalidad que resulta casi imposible distinguir a partir de qué momento queda retratado cada uno. Mediante sutiles detalles vamos percibiendo su estilo de vida y sus rasgos principales, así como el papel que desempeñan en el cuarteto musical del que forman parte. Su interacción es discreta sin que ello impida que entendamos perfectamente (y en ocasiones compartamos) la posición y situación de cada uno de ellos. E igual de discreta es la progresividad con que afloran las consecuencias de descubrir que uno de ellos padece una enfermedad degenerativa: viejas heridas se reabren, tensiones no resueltas se manifiestan y demás conflictos vivenciales forman poco a poco una bola de nieve que, de manera casi imperceptible, alcanza un peligroso tamaño. Y lo mejor de todo es que, a pesar de todos los conflictos, la película no deja de desprender optimismo, como si toda ella fuera un ejercicio de saneamiento necesario para el grupo.

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Entretanto, la música del cuarteto acompaña con ternura todas sus vivencias, actuando como único vínculo irrompible entre ellos, salvaguardando cada una de sus experiencias y convirtiendo en eterno su compañerismo. Cada pieza que oímos, lejos de disfrazar las imágenes, complementa a la perfección las situaciones relatadas, es decir, actúa como quinto personaje de la película, logrando junto a los protagonistas una perfecta unanimidad. Incluso, en ocasiones, el director concede a los personajes el privilegio de tomar las riendas de la banda sonora, es decir, de un momento a otro pasan a ser partícipes de una música hasta entonces extradiegética. De este modo comprendemos cómo en ocasiones la música actúa como reflejo de su estado de ánimo; cómo esta puede convertirse en expresión de sus sentimientos en situaciones en que por el contexto no les es posible manifestarlos de forma abierta. En resumen, la música forma parte de la película sin enmascarar las escenas ni contaminar las imágenes.

Estamos ante una profunda reflexión sobre la amistad y las relaciones de grupo que nos cuenta cómo el producto surgido de un proyecto colectivo puede actuar a la vez de detonador de malas vibraciones y de vínculo irrompible entre viejas amistades que han compartido tanto experiencias bellas como situaciones desagradables. En fin, siempre es de agradecer encontrar en la cartelera una película que de forma modesta nos habla de temas tan cotidianos como universales, de temas que tras su apariencia de trivialidad guardan una gran trascendencia. Con todo, El último concierto acaba siendo una bonita forma de reconciliarse con la vida que invita a la reflexión sin pretensiones y que tiene como único propósito exponer con toda modestia una hermosa tesis que a menudo nos convendría recordar. Tal vez sea de esta modestia y de la sencillez con que se nos narra cada situación de donde nace la genialidad que caracteriza a la pieza que nos ocupa; una hermosa historia de amor, enfermedad y amistad que conmueve casi sin pretenderlo.

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Os dejamos con su banda sonora

3 comentarios el “El último concierto (de Yaron Zilberman)

  1. […] han destacado producciones como Blue Jasmine, indudable reafirmación del incansable Woody Allen; El último concierto, debut en la ficción de un prometedor Yaron Zilberman; y Blue Valentine, elogiado drama romántico […]

  2. Johng322 dice:

    Great, thanks for sharing this article. Really Cool. dacacacgfcef

  3. Johnb208 dice:

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